sábado, 15 de diciembre de 2007

COMENTARIO ACERCA DE VEINTE PINTURAS
DE ANDRÉS DEL COLLADO


Iván Tapia Contardo
Pintor, Escuela Municipal de Bellas Artes de Valparaíso
Poeta, Grupo Literario La Mano
Especialista en Educación de Ciegos, Universidad de Chile


TÍTULOS
En un primer acercamiento a la interesante obra de Andrés Del Collado, haremos un somero análisis de los nombres con que el artista nos presenta en el catálogo sus obras. No es asunto de poca monta como “bautiza” un pintor a estos hijos que son sus creaciones. En esa nominación va implícita, muchas veces sin intención, el significado y los contenidos que él quiere transmitirnos.

Las obras analizadas llevan por títulos:
1. Levedad
2. Interior
3. Lluvia
4. Remando sueños
5. Espera hundida
6. Ceguera
7. Detrás del sueño
8. Espejo
9. Horizonte en blanco
10. Con el agua al cuello
11. Río arriba
12. Pescador
13. Soledad
14. Detrás del espejo
15. Cielo
16. Alas
17. Colgado al sol
18. Al vuelo
19. Laboratorio de Mercurio
20. Círculo vicioso

Si sólo nos atenemos a los títulos que el artista ha asignado a estas obras, que en conjunto forman la serie que ha titulado “Piel de agua”, descubrimos en ellos algunas claves que bien podrían servirnos como clave interpretativa de la pintura de Del Collado.

Un primer grupo lleva por nombre alguna referencia espacial, como “Interior”, “Río arriba”, “Detrás del sueño” o “Detrás del espejo”. Más poéticos son los que indican una “Espera hundida” o “Al vuelo”. El artista quiere descubrir el interior, ir hacia el nacimiento –río arriba-, examinar qué hay detrás de sus sueños y de ese “espejo” que puede ser su pintura. Su espera la hace hundido en el elemento líquido que le obsesiona. Su trabajo es un permanente vuelo por sobre las realidades cotidianas y materiales que le plantea la vida y, aún más, su quehacer pictórico.

También hace uso en ocasiones de ciertos dichos o refranes, extraídos de su referente cultural: “Con el agua al cuello”, “Círculo vicioso” o “Ceguera”; o los más elaborados: “Remando sueños”, “Laboratorio de Mercurio”, “Colgado al sol” y “Horizonte en blanco”. Las circunstancias económicas de un pintor en la sociedad pragmática que compartimos no son siempre las más felices y no faltarán las ocasiones en que se sienta a punto de ahogarse. Problemas económicos, carencia de oportunidades para exponer su arte, incomprensión del entorno, una enorme pasión por la pintura, sueños y escasos reconocimientos conforman un verdadero círculo del cual no se puede escapar. Hay una ceguera generalizada frente a la obra y a la vivencia plástica; sin embargo el pintor a veces se pregunta ¿será mi ceguera? La respuesta no se deja esperar: hay que seguir bregando en esta opción vital “remando sueños”; creando diariamente en el taller-laboratorio, con la mística propia de un dios alado; vivir colgado de una luz superior y desconociendo hacia que horizontes le conduce este quehacer.

Finalmente, siete cuadros son nominados con una sola palabra, propio de un artista que quiere prescindir de la explicación, puesto que las imágenes son elocuentes. “Levedad” y “Soledad” son estados del alma. La primera es la sensación de descanso que el autor o el espectador pueden experimentar cuando su vida interior es satisfecha y nada espera. La segunda no necesita comentario; nada más humano que este sentimiento que no consiste en no estar acompañado sino en no vivenciar la afinidad y la comprensión con otro ser humano.

“Lluvia”, “Espejo”, “Pescador”, “Cielo” y “Alas” son sencillos sustantivos que dan nombre a unas pinturas, probablemente tomados de los mismos elementos que contienen.

Continuando con el análisis de como califica Del Collado su producción, de estas veinte obras casi una tercera parte hace alusión al elemento que las inspira, el agua: “Lluvia”, “Remando sueños”, “Espera hundida”, “Con el agua al cuello”, “Río arriba” y “Pescador”. Es evidente que para Andrés (nombre de uno de los pescadores seguidores del maestro de Galilea) el agua es primordial en su expresión plástica. Hay allí un mensaje, cierto contenido que él quiere transmitirnos, al cual es preciso abrir nuestros ojos internos.

Dado que para un artista visual es de suma importancia la luz, el aire, la atmósfera, el color, podríamos reunir en una categoría diferente, quizás bajo el elemento aire, las siguientes once pinturas: “Levedad”, “Ceguera”, “Espejo”, “Interior”, “Horizonte en blanco”, “Detrás del espejo”, “Cielo”, “Alas”, “Colgado al sol”, “Al vuelo”, “Laboratorio de Mercurio”. Tal vez nos encontremos ante una clave exegética no visualizada por el artista; él se ha empeñado en guiarnos por el agua y por la piel desnuda hasta su centro, sin embargo aquí se nos presenta con total evidencia su mirada de pintor, esa retina experta en percibir la “levedad” de las cosas y del ser; que es capaz de adentrarse en la luz del “espejo”, en el “interior” de las personas, y aún en su “ceguera”; que puede ver un “horizonte en blanco” y “detrás del espejo”; que disfruta su propio “cielo” pues vuela con sus pinceles como “alas” propias, que vive “colgado” del sol, siempre en “vuelo”; es el artista-investigador en su “Laboratorio de Mercurio”, un laboratorio que desarrolla y manipula imágenes surgidas de la luz.

En última instancia estarían “Detrás del sueño”, “Soledad” y “Círculo vicioso”. Siguiendo la idea de los cuatro elementos de la filosofía antigua -agua, aire, tierra y fuego- se puede ubicar estas creaciones en la tierra.

En relación a la cantidad de palabras o a la longitud del título que utiliza Andrés Del Collado para sus obras, tenemos un primer grupo de 9 en que utiliza sólo una palabra; un segundo grupo de 5 en que utiliza dos palabras; un tercer grupo, también de 5, en que utiliza tres palabras y un cuarto grupo formado por 1 sólo título, en que utiliza cinco palabras. De esto podemos concluir que es de preferencia del autor la síntesis de la idea en una sola palabra.

Desde un punto de vista gramatical, utiliza 19 sustantivos, 8 adverbios, 6 adjetivos, 5 artículos y 2 verbos. Esto implica que, como pintor tiende a nominar objetos animados o inanimados y su posición en el espacio. Describe en ocasiones las cualidades de esos objetos, en sus títulos por cierto, y muy pocas veces sus movimientos, probablemente porque son evidentes en las imágenes.

Seis títulos son de carácter femenino, como (la) “Levedad”, (la) “Lluvia”, etc.; diez títulos son de carácter masculino, como (el) “Espejo”, (el) “Horizonte en blanco”; y cuatro son neutros, como “Río arriba”, “Con el agua al cuello”, etc.
Es decir que el 50% de los títulos son masculinos; el 30% son femeninos y el 20% neutros. En otras palabras, aún cuando en una gran cantidad de obras aparece la figura femenina (10 desnudos de mujer), su creación tiene una mirada desde la virilidad.

En verdad el título es tanto un modo de comunicación del artista con su público como una forma de catalogación de sus obras. Es así que no pocos pintores utilizan la modalidad Sin Título o asignar un código a sus producciones. A veces el título ayuda a una mejor comprensión del mensaje de la obra, si lo hay; otras es una manera lúdica que el creativo tiene de despistar o distraer al espectador, haciendo así el mensaje más hermético o velado. En el caso del artista que nos ocupa, al parecer su intención es brindar alguna clave de comprensión de su pintura. Esperamos que los análisis precedentes sirvan de alguna orientación al “lector”. Un análisis más concienzudo debería relacionar estos títulos con las imágenes del cuadro.

CONTENIDOS VISUALES

“Levedad” representa a una mujer joven con poca ropa, en gesto de esfuerzo, levantando una cubeta, elemento real tridimensional adherido a la parte inferior del lienzo. Dentro de la cubeta, o más bien en la parte inferior de la tela que se ha introducido en la cubeta, se ha pintado una bolsa de nylon con agua. Las luces, procedentes del ángulo superior derecho, modelan fuertes sombras sobre el cuerpo de la joven, destacando la expresión de fortaleza en la dificultad. Contrasta con el título que lleva la obra.

La vieja cubeta oxidada puede ser una metáfora plástica de aquellos recuerdos dolorosos, duras experiencias pasadas, que podemos cargar por años y, aún cuando están vacíos de contenido ya, son como una costra difícil de llevar. De hecho, la cubeta del cuadro está casi vacía y sólo contiene una bolsa transparente con agua. No es gran peso su contenido. El agua, a nuestro juicio, simboliza esa capacidad resiliente que tiene todo ser humano para enfrentar las durezas de la vida; siempre hay un depósito de esperanza para refrescarnos y calmar nuestra sed. La cubeta es el peso y el agua la levedad.

También en esta parte inferior de la tela y al interior de la cubeta, se deja ver el bastidor tras la tela rota. Es el arte de la Pintura que se muestra como un elemento primordial dentro de esta carga levantada por el personaje femenino del cuadro. ¿No será esta musa pintada una personificación del arte, quien levanta con esfuerzo la vida y la esperanza? Sólo la Pintura y la musa que la inspira pueden trocar en levedad lo que la vida nos entrega como peso y corruptibilidad.

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